miércoles, abril 23, 2008

iFOLKS #03 - Miss Moneypenny, o la espina clavada

Nos jode perder oportunidades. De eso no cabe la menor duda, aun cuando, de vez en cuando intentemos disfrazar nuestra frustración con excusas.

"No era el momento"
"No quería perder su amistad"
"No tenía orejas"

Y una mierda, nenes, y una puta mierda.

Este post va dedicado a Miss Moneypenny, que ella ya sabe quién es.

Conocí a Miss Moneypenny (en adelante, M) como se conocen a los grandes puzzles sentimentales: en el trabajo.
Por aquel entonces ella era una mujer normal, con un novio formal, con una vida aparentemente gris, de esas en las que sólo se fijan los hiperactivos emocionales como yo.

Su soberbio culo, soberbio, me hizo interesarme por sus cotidianeidades...y, cuando me quise dar cuenta, me vi en medio de su convulsión sentimental. Cambió de novio...Y Angelito descubrió que nada era lo que parecía.

Desde el principio, Angelito vivió esa relación desde donde la viven los psicólogos, aprendiendo a dar consejos de mierda...y casi nunca con éxito.

Poco a poco, el verbo se hizo palabra, ella creaba problemas y Angelito intentaba deshacerlos, hasta que un día, éste descubrió que era un adicto a los problemas de M.

El final de esta triste historia está por escribir, pero hubo un final intermedio, en el que los intríngulis de la vida de M se resolvieron, y aquel adicto tuvo que sobrellevar el síndrome de abstinencia.

Mucho llovió en esos meses, muchas veces Angelito pensó en aquellas noches en que hubiera cogido un vuelo para aparecer en casa de M y decirle "tómame, aunque sólo sea porque estoy cachondo...".

Angelito hubiera preferido asegurarse su propia droga, generar en M muchos más problemas, para resolverlos después...en definitiva, ser parte de la vida que tan bien conocía.

Pero M dijo "No", y Angelito comprendió que, hasta la mejor de las corredoras de fondo se merece tumbarse en la hierba y dejar de correr.

...Y desde ese día, se ha convertido en algo menos amiga, algo menos objetivo, algo menos cercano, menos del día a día pero algo mucho más etéreo y, sin embargo, valioso: La espinita clavada en la que pienso cada vez que creo que puedo permitirme perder una oportunidad.

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